CEIEG.


ONU – Día Internacional del Té, 21 de mayo

Día Internacional del Té

Té, mucho más que derramar agua caliente sobre unas hojas

El té es una bebida que proviene de la planta Camellia sinensis. Es la bebida más consumida del mundo, después del agua. Se cree que el té se empezó a cultivar en el noreste de la India, el norte de Myanmar y el suroeste de China, pero se desconoce el lugar exacto donde creció la planta por primera vez. El té ha estado con nosotros durante mucho tiempo. En China, hay constancia de su consumo desde hace al menos 5000 años.

La industria del té es la principal fuente de renta e ingresos de exportación para algunos de los países más pobres y, al ser un sector con un elevado coeficiente de mano de obra, genera puestos de trabajo, en especial en zonas remotas y desfavorecidas desde el punto de vista económico. Asimismo, el té puede desempeñar un papel significativo en el desarrollo rural, la reducción de la pobreza y la seguridad alimentaria en los países en desarrollo, al ser uno de los cultivos comerciales más importantes.

Este año, el Día Internacional del Té pone de relieve a las mujeres y su papel en este sector. Es también una oportunidad para celebrar el patrimonio cultural, los beneficios para la salud y la importancia económica del té, al tiempo que se trabaja para que su producción sea sostenible “del campo a la taza”. De este modo se garantiza que sus beneficios para las personas, las culturas y el medio ambiente perduren durante generaciones.

La producción y elaboración de té contribuyen a la consecución de cuatro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Ayuda a reduccir de la pobreza extrema (Objetivo 1), luchar contra el hambre (Objetivo 2), empoderar a las mujeres (Objetivo 5), y favorece el uso sostenible de los ecosistemas terrestres (Objetivo 15).

Además, es necesario que todos seamos conscientes de la importancia que tiene el té para el desarrollo rural y los medios de subsistencia sostenibles, así como de la necesidad de mejorar la cadena de valor del té a fin de contribuir a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

La producción de té es muy sensible a los cambios en las condiciones de cultivo. Puede cultivarse solo en condiciones agroecológicas muy concretas y, por lo tanto, se puede cultivar solo en un número muy limitado de países, muchos de los cuales sufrirán fuertemente el impacto del cambio climático.

Los cambios en los patrones de temperatura y las precipitaciones —con más inundaciones y sequías— ya están afectando los rendimientos, la calidad y los precios de los productos de té, reduciendo los ingresos y amenazando los medios de vida rurales. Podemos prever que estos cambios climáticos se intensificarán y se necesitarán implementar medidas de adaptación urgentes. Al mismo tiempo, hay un mayor consenso sobre la necesidad de ayudar a mitigar el cambio climático reduciendo las emisiones de carbono de la producción y elaboración del té.

Por tanto, los países productores de té deberían integrar en sus estrategias nacionales de desarrollo del té los retos del cambio climático: cómo adaptarse a él y reducir sus consecuencias.

Fuente: OIT 21 de mayo de 2024