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SEMARNAT – Día Internacional de la Conservación del Suelo

Día Internacional de la Conservación del Suelo

  • En la gestión de suelos, la FAO recomienda la innovación tecnológica; por otra parte, se recuperan técnicas ancestrales como la milpa mexicana.

    La tierra nos sustenta. Un puñado de tierra es un universo de vida. Bajo nuestras plantas, en el suelo germina nuestro alimento, el alimento de miles de millones de seres humanos. De ahí la importancia de procurar suelos nutritivos.

    Los organismos del suelo desempeñan una función esencial para impulsar la producción de alimentos, mejorar dietas nutritivas, preservar la salud humana, recuperar los lugares contaminados y combatir el cambio climático, pero su contribución permanece en su mayor parte subestimada, señala un informe de la Naciones Unidas para la Alimentacióin y la Agricultura (FAO).

    Este objetivo lo planteó Hugh Hammond Bennet, científico estadounidense pionero de la conservación del suelo, en cuya memoria se instauró, en 1963, el Día de la Conservación del Suelo que se celebra cada 7 de julio. Hammond Benet dedicó sus días a investigar cómo la calidad de la tierra impacta su capacidad productiva, ya que de su calidad depende la biosfera si consideramos que los suelos albergan más del 25% de la diversidad biológica del planeta. Estos microorganismos nos alimentan, nos protegen del cambio climático y hasta de las enfermedades.

    Los suelos ofrecen numerosos beneficios al medio ambiente al ser escenarios de diversos procesos químicos, físicos y biológicos, y también al ser el hábitat de miles de plantas y diversas especies de fauna. Cierto es que los suelos se degradan de manera natural por erosión, fenómeno suscitado por el desgaste que causan agentes externos como el viento o el agua, lo que puede ocurrir por fricción y llegar a otro lugar, donde se sedimentarán.

    La acción humana sobre los suelos es determinante en su proceso de deterioro. El organismo internacional destaca que el uso excesivo e indebido de productos químicos agrícolas sigue siendo uno de los principales factores de pérdida de biodiversidad y, por tanto, reduce su potencial para lograr una agricultura sostenible y una mayor seguridad alimentaria.

    Precisa que las actividades agrícolas constituyen la mayor fuente de gases de dióxido de carbono y óxido nitroso emitidos por los suelos, como consecuencia del uso excesivo e indebido de fertilizantes que contienen nitrógenos.

    Los suelos también se degradan por la deforestación, la urbanización, la intensificación agrícola, la pérdida de materia orgánica y carbono del suelo, la degradación de la estructura, la acidificación, la contaminación, la salinización, la sodización o alcalinización que ocurre cuando en el suelo predomina el sodio; los incendios forestales, la erosión y los corrimientos de tierras.

    En América Latina y Europa se han ido recuperando técnicas ancestrales de conservación de los suelos que resultan prometedoras como la siembra directa, es decir, sin arar; la rotación de cultivos, la aplicación de fertilizantes orgánicos. Debemos incluir entre ellas nuestra milpa, que al combinar la siembra de maíz, calabaza y frijol y respetar el desarrollo de los quelites que son una fuente nutritiva de vitaminas, minerales y fibra, enriquece los suelos.

    Estas técnicas de conservación del suelo cultivable fijan el dióxido de carbono más que la agricultura convencional, reducen las emisiones a la atmósfera de los gases de efecto invernadero y ahorran muchas horas de trabajo por hectárea, combustible y fertilizantes. Por donde se vea, son técnicas altamente aceptables y aplicables.

    Fuente: SEMARNAT 07 de julio de 2023