Más de 100 gobiernos asumieron compromisos históricos para erradicar la violencia contra los niños. Nueve de ellos se comprometieron a prohibir los castigos físicos, una práctica que afecta regularmente a tres de cada cinco niños en su hogar.
Según los cálculos, alrededor de 1000 millones de niños (más de la mitad de los menores del mundo) sufren algún tipo de violencia, como maltrato (incluidos los castigos físicos, que son la forma más común de violencia contra los niños), acoso, violencia física o psicológica y violencia sexual. A menudo, estas formas de violencia permanecen ocultas, ocurren principalmente en privado y no se denuncian. Según la OMS, menos de la mitad de los niños afectados cuentan que han sido víctimas de violencia y que menos del 10% reciben ayuda.
Estas prácticas no solo constituyen una grave violación de los derechos de los niños, sino que también aumentan el riesgo de sufrir problemas de salud inmediatos y a largo plazo, en ocasiones lesiones graves e incluso la muerte. Cada 13 minutos, un niño o un adolescente fallece por homicidio, lo que representa aproximadamente unas 40 000 muertes evitables al año. Las secuelas de la violencia para algunos niños son devastadoras y duran toda la vida: ansiedad, depresión, conductas de riesgo (como relaciones sexuales sin protección, tabaquismo, consumo de drogas) y un bajo rendimiento académico.
Se ha demostrado que la violencia contra los niños se puede prevenir, y el sector de la salud es fundamental en este sentido. Algunas soluciones de eficacia probada son: brindar apoyo a los progenitores y cuidadores para que no recurran a formas violentas de disciplina y establezcan relaciones saludables con los niños; intervenir en las escuelas para reforzar las aptitudes sociales y vitales de los niños y jóvenes y para prevenir el acoso escolar; prestar servicios sociales y de salud especializados a los niños que son víctimas de la violencia; promulgar leyes que prohíban la violencia contra los niños y reduzcan los factores de riesgo subyacentes, por ejemplo, dando acceso a la atención de salud; ofrecer servicios sociosanitarios adaptados a los niños que sufren violencia; promulgar leyes que prohíban estas prácticas y reduzcan los factores de riesgo subyacentes, como el acceso a bebidas alcohólicas y a armas de fuego; y procurar que los niños hagan un uso más seguro de internet. Los estudios demuestran que, cuando los países aplican eficazmente estas estrategias, pueden reducir la violencia contra los niños entre un 20% y un 50%.
En consonancia con la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas se establecieron los primeros objetivos mundiales para poner fin a la violencia contra la niñez. No obstante, a pesar de los avances conseguidos por algunos países, la reducción de la prevalencia mundial de la violencia contra los niños ha sido lenta. Aún hoy, alrededor de nueve de cada 10 niños viven en países donde la ley no prohíbe formas comunes de violencia contra los niños, como los castigos físicos o incluso el abuso y la explotación sexuales.
Estadísticas básicas
Más de la mitad de los niños de dos a 17 años —en total, más de mil millones— sufren alguna forma de violencia cada año.
Alrededor de tres de cada cinco niños reciben castigos físicos de manera regular en su hogar.
Una de cada cinco niñas y uno de cada siete niños son víctimas de violencia sexual.
Entre el 25% y el 50% de los niños han experimentado acoso escolar.
La principal causa de muerte entre los varones adolescentes es la violencia, a menudo con armas de fuego o de otro tipo.