La delincuencia organizada se extiende por todo el mundo, y afecta a la gobernanza y a los procesos políticos, además de debilitar los avances del Estado de Derecho. Abarca, entre otras cosas, el tráfico ilícito de armas de fuego, drogas, especies protegidas, bienes culturales o productos médicos falsificados. Entre sus manifestaciones más graves se encuentran la trata de seres humanos y el tráfico ilícito de migrantes. También comprende el blanqueo del producto del delito y la obstrucción a la justicia. Además, dado que todas las formas de delincuencia organizada dependen cada vez más de aspectos digitales o los incorporan, como el uso de activos virtuales, su alcance y capacidad de causar daño es cada vez mayor.
Los grupos delictivos organizados son ágiles a la hora de cambiar o ampliar sus negocios ilícitos con fines lucrativos. Aprovechan las debilidades y las situaciones de crisis, como la pandemia de COVID-19, las recesiones económicas, los desastres naturales y los conflictos armados, para explotarlas en beneficio propio.
Estos grupos criminales, tradicionalmente territorializados, han evolucionado o han sido parcialmente sustituidos por redes más pequeñas y flexibles con ramificaciones en varias jurisdicciones. Los delincuentes, los testigos, las víctimas y el objeto del delito pueden encontrarse en muchos Estados diferentes. Por lo tanto, se necesita que los Estados de todo el mundo realicen esfuerzos coordinados, ya que la delincuencia organizada no puede combatirse de forma aislada.
En marzo de 2024, la Asamblea General declaró el 15 de noviembre Día Internacional para Prevenir y Combatir Todas las Formas de Delincuencia Organizada Transnacional con el fin de concienciar sobre las amenazas que plantean todas las formas de delincuencia organizada transnacional y mejorar la cooperación internacional en este ámbito.
Reconoce la importancia de la prevención y la lucha contra la delincuencia organizada transnacional para la aplicación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
La Asamblea General rinde así homenaje a todas las víctimas de la delincuencia organizada, en particular el personal policial y judicial. La Asamblea rindió especial tributo a todas aquellas personas, como el Juez Giovanni Falcone, cuyo trabajo y sacrificio allanaron el camino para la adopción de la Convención, y afirmó que su legado perdura a través de nuestro compromiso mundial para prevenir y combatir la delincuencia organizada.