El 1 de diciembre de cada año, la UNESCO se une a ONUSIDA, a sus copatrocinadores y a otros asociados para conmemorar el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA.
Aunque se ha avanzado considerablemente hacia el fin del SIDA, la epidemia de VIH sigue siendo una amenaza urgente. De los 39,9 millones de personas que viven con el VIH, 9,3 millones aún no tienen acceso a un tratamiento que podría salvarles la vida. Tan sólo en 2023, 1,3 millones de personas se infectaron por el VIH en todo el mundo, incluyendo cada día 570 niñas y mujeres jóvenes de entre 15 y 24 años que contraen el VIH. En al menos 22 países de África oriental y meridional, las niñas y mujeres de este grupo de edad tienen tres veces más probabilidades de vivir con el VIH que sus compañeros varones.
La educación para la salud y el bienestar es una poderosa herramienta que puede ayudar a reducir las nuevas infecciones por el VIH. Cuando se educa a la juventud, se la informa y se la empodera, se crean comunidades sanas y más igualitarias, clave para acabar con el SIDA. La educación integral en sexualidad (EIS) es esencial para que las personas jóvenes puedan protegerse del VIH. También ayuda a que las personas jóvenes eviten embarazos no deseados y otras infecciones de transmisión sexual, les anima a buscar información y servicios relacionados con la salud, promueve valores de tolerancia, respeto mutuo y no violencia en las relaciones, y apoya una transición segura a la edad adulta.
Conmemoraciones 2024
Este año, el Día Mundial de la Lucha contra el Sida sitúa los derechos humanos en el centro bajo el lema: Toma el camino de los derechos. Los avances sustanciales que se han logrado en la respuesta al VIH están directamente relacionados con los progresos en la protección de los derechos humanos. Pero las lagunas en la realización de los derechos humanos para todas las personas están impidiendo que el mundo emprenda el camino que acabe con el SIDA y están perjudicando a la salud pública.
Poner fin al SIDA exige que lleguemos e impliquemos a todas las personas que viven con el VIH, que corren el riesgo de contraerlo o que se ven afectadas por él, especialmente las personas más excluidas y marginadas. La igualdad de género y la educación son elementos esenciales de un enfoque del SIDA basado en los derechos humanos. La aceptación, el respeto y la atención son vitales. Las leyes, políticas y prácticas que castigan, discriminan o estigmatizan a las personas -porque son mujeres o niñas, o pertenecen a poblaciones clave, o a otras comunidades marginalizadas- obstaculizan el acceso a la prevención, las pruebas, el tratamiento y la atención del VIH.