Perspectivas económicas de la OCDE

 

En las Perspectivas se proyecta un crecimiento del PIB mundial del 3,3 % en 2025, frente al 3,2 % de 2024 y el 3,3 % de 2026. Se espera que la inflación en la OCDE se modere aún más, del 5,4% en 2024 al 3,8% en 2025 y al 3,0% en 2026, gracias a la postura aún restrictiva de la política monetaria en la mayoría de los países. La inflación general ya ha vuelto a los objetivos de los bancos centrales en casi la mitad de las economías avanzadas y cerca del 60% de las economías de mercados emergentes.

 

Las perspectivas de crecimiento varían significativamente entre regiones. Se proyecta que el crecimiento del PIB en los Estados Unidos será del 2,8% en 2025, antes de desacelerarse al 2,4% en 2026. En la zona del euro, la recuperación de los ingresos reales de los hogares, la rigidez de los mercados laborales y las reducciones de las tasas de interés oficiales siguen impulsando el crecimiento. Se proyecta que el crecimiento del PIB de la zona del euro será del 1,3% en 2025 y del 1,5% en 2026. Se proyecta que el crecimiento en Japón se expandirá un 1,5% en 2025, pero luego disminuirá al 0,6% en 2026. Se espera que China continúe desacelerándose, con un crecimiento del PIB del 4,7% en 2025 y del 4,4% en 2026.

 

Las perspectivas destacan la persistente incertidumbre. Una intensificación de los conflictos actuales en Oriente Medio podría perturbar los mercados energéticos y afectar la confianza y el crecimiento. El aumento de las tensiones comerciales podría amenazar con obstaculizar el crecimiento del comercio. Las sorpresas adversas relacionadas con las perspectivas de crecimiento o la trayectoria de la desinflación podrían desencadenar correcciones disruptivas en los mercados financieros. El crecimiento también podría sorprender al alza. Las mejoras en la confianza de los consumidores, por ejemplo si el poder adquisitivo se recupera más rápido de lo previsto, podrían impulsar el gasto. Una pronta resolución de los principales conflictos geopolíticos también podría mejorar la confianza y reducir los precios de la energía.

 

Para afrontar estos desafíos, las Perspectivas enfatizan la necesidad de reducir de manera duradera la inflación, abordar las crecientes presiones fiscales y enfrentar la escasez de mano de obra para aliviar los impedimentos estructurales a un mayor crecimiento tendencial. 

 

Las reducciones de las tasas de política monetaria por parte de los bancos centrales deberían continuar en las economías avanzadas, con excepción de Japón. El momento y el alcance de las reducciones deben evaluarse con cuidado y seguir dependiendo de los datos, a fin de garantizar que las presiones inflacionarias subyacentes estén totalmente contenidas.

 

Se necesitan medidas fiscales decisivas para garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas y proporcionar a los gobiernos los recursos necesarios para hacer frente a futuras perturbaciones y presiones de gasto. La piedra angular de los esfuerzos por estabilizar la carga de la deuda debe ser la adopción de medidas más enérgicas a corto plazo para contener el crecimiento del gasto, optimizar los ingresos y mejorar las trayectorias creíbles de ajuste a mediano plazo. 

 

Se necesitan reformas estructurales ambiciosas para revitalizar el débil crecimiento potencial del producto. La combinación de políticas debe incluir esfuerzos para mejorar la educación y el desarrollo de capacidades y reducir las limitaciones en los mercados de productos y de trabajo que impiden las oportunidades de inversión y movilidad laboral. 

 

 

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