En el informe se muestra que casi 1 400 millones de hectáreas de tierra (algo más del 10 % de la superficie terrestre mundial) ya están afectadas por la salinidad y que otros 1 000 millones de hectáreas están en peligro debido a la crisis climática y a la mala gestión humana.
La salinidad excesiva reduce la fertilidad de los suelos y afecta gravemente a la sostenibilidad medioambiental. En los países más castigados por este problema, el estrés por salinidad puede provocar pérdidas de rendimiento de los cultivos —como el arroz o los frijoles— de hasta el 70 %.
En el informe se estima que la zona de suelos contaminados por sales es de 1 381 millones de hectáreas, es decir, el 10,7 % de la superficie terrestre mundial. Además, calcula que el 10 % de las tierras agrícolas de regadío y el 10 % de las tierras agrícolas de secano están afectadas por la salinidad, aunque la incertidumbre sigue siendo alta debido a la escasa disponibilidad de datos. Los modelos de las tendencias mundiales de aridez indican que, con la actual tendencia de aumento de la temperatura, la zona afectada podría alcanzar hasta entre el 24 y el 32 % de la superficie terrestre total. Se prevé que la mayor parte del aumento de la aridez se produzca en los países en desarrollo.
La crisis climática está incrementando la aridez y la escasez de agua dulce. Se prevé que la subida del nivel del mar ponga a más de mil millones de personas de las zonas costeras en riesgo de inundación y salinización progresivas para finales de siglo. Además, el calentamiento mundial contribuye a la salinización por el deshielo del permafrost.
Las prácticas agrícolas inadecuadas también desempeñan un papel importante. Entre ellas cabe citar el riego con agua de mala calidad, el drenaje inadecuado, la deforestación y la eliminación de la vegetación de raíces profundas, el bombeo excesivo de agua en zonas costeras e interiores, el uso excesivo de fertilizantes y agentes para deshielo, así como la actividad minera.
El uso mundial de agua dulce, en particular, se ha sextuplicado durante el último siglo, lo que contribuye a la salinización de las aguas subterráneas debido a la sobreexplotación de los acuíferos para el regadío.
Dado que los suelos contaminados por sales representan al menos el 10 % de las tierras, su gestión sostenible es crucial para satisfacer la creciente demanda alimentaria.
En Bangkok también se publicaron dos informes sobre los progresos realizados por la FAO. En el primero, se muestran las tendencias en el uso eficiente del agua en los planos mundial, regional y nacional y, a la vez, se ofrecen una perspectiva de los avances realizados y recomendaciones finalizadas a acelerar los esfuerzos hacia el uso sostenible de los recursos hídricos. En el segundo informe sobre los progresos se examinan las tendencias de la presión ejercida sobre los recursos renovables de agua dulce por los sectores económicos a escala mundial, regional y nacional. En él se destacan los retos a los que se enfrentan las regiones donde los niveles de estrés hídrico son críticos, sobre todo en términos de seguridad alimentaria.
Los informes sobre los progresos abordan los indicadores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 6.4.1 y 6.4.2, de los que la FAO es el organismo responsable. Ambos indicadores son fundamentales para la productividad y la resiliencia agrícolas, así como para la seguridad alimentaria, el equilibrio de los ecosistemas y una mayor resiliencia al clima.