El origen del cultivo del cacao ha podido rastrearse hasta las comunidades mayas asentadas en la península sur del país, en ellas, se cree, pudo surgir el consumo del chocolate como bebida caliente, que reconfortaba y llenaba de energía sin embargo no era el único uso que se le daba.
El cacao era, en este contexto, un fruto de inigualable valor, que fue utilizado incluso como moneda de cambio. En un sentido espiritual, se asociaba la semilla del cacao al inframundo, y era parte importante de los ritos funerarios en donde se colocaba el cacao como parte de las ofrendas a los dioses. Los mayas también tomaban el cacao molido en bebidas frías y a veces mezcladas con polvo de chile.
Tras la llegada de los españoles, se modificó la forma en la que el cacao era aprovechado y consumido, se dice que el impacto de este nuevo fruto para los ibéricos, fue lo que potenció su expansión por toda Europa, derivando en diversas formas de prepararlo para su consumo. De sobra está decir que en las regiones europeas se alejaron de la tradicional forma de consumo de cacao con chile molido.
Desde la cosmovisión maya, el cacao fue un regalo que Quetzalcóatl dio a los hombres para poder desarrollar sabiduría y entendimiento, pudiendo entonces desarrollarse como artesanos, estudiosos y artistas. Los relatos cuentan que Quetzalcóatl robó el fruto del cacao del jardín de los dioses y sin permiso fue a sembrarlo en la tierra, regado con esmero por Tláloc y embellecido con las flores y frutos regalados por Xochiquetzalli, el cacao se volvió un fruto símbolo del amor de estos dioses, al mismo tiempo que reflejaba su sacrificio por la humanidad. Con tal antecedente cultural, es innegable que México posee un vínculo especial con el cacao, y que un buen chocolate caliente no sólo reconforta nuestro cuerpo sino también a la esencia conectada a nuestras raíces.
Tabasco, Chiapas y Guerrero son las entidades que reportan siembra de cacao en nuestro país, obteniendo una producción anual de 29,047 toneladas. Los meses que van de noviembre a febrero son los que indican una alta disponibilidad de este producto agrícola en el mercado, lo cual hace que su consumo preferente sea en los meses de frío, por lo que no es extraño que uno de sus usos más comunes sea consumirlo en bebidas calientes que ayudan a contrarrestar los efectos del frío y del cansancio.