
El reciente informe de ONU Mujeres titulado “Los derechos de las mujeres bajo examen, 30 años después de Beijing”, , publicado de cara al 50.º Día Internacional de la Mujer de las Naciones Unidas, que se celebra el próximo 8 de marzo, pone de manifiesto que en 2024 casi una cuarta parte de los Gobiernos de todo el mundo informaron de un retroceso en los derechos de las mujeres.
En el último decenio, el mundo registró un perturbador aumento del 50 por ciento en el número de mujeres y niñas que viven en entornos de conflicto, y las personas defensoras de los derechos de las mujeres se enfrentan cada día a acoso, ataques personales e incluso la muerte. Las recientes crisis mundiales —como la de COVID-19, la emergencia climática y la escalada de los precios de los combustibles y alimentos— no hacen sino aumentar la urgencia de la respuesta.
Sin embargo, siguen haciendo falta esfuerzos considerables para lograr la igualdad de género y acercarnos al cumplimiento de los objetivos previstos en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Por este motivo, el informe que hoy se presenta incluye también el nuevo Programa de Acción Beijing+30, una ambiciosa hoja de ruta para completar nuestras asignaturas pendientes, con especial atención en:
Una revolución digital para todas las mujeres y niñas: debemos garantizar la igualdad de acceso a la tecnología, preparar a las mujeres y niñas para asumir un papel de liderazgo en el ámbito de la IA y la innovación digital y garantizar su seguridad y privacidad en sus actividades en línea.
Erradicación de la pobreza: es necesario invertir en una protección social integrada, en la una cobertura sanitaria universal, en la educación y en servicios de cuidados sólidos para que las mujeres y niñas puedan prosperar. Esto permitiría crear millones de empleos decentes y respetuosos con el medio ambiente.
Cero violencia: los países deben adoptar e implementar leyes para poner fin a la violencia contra las mujeres y niñas en todas sus formas, con planes dotados de recursos adecuados que incluyan el apoyo a las organizaciones de base comunitaria que se encuentran en la primera línea de la prevención y la respuesta.
Pleno poder de decisión en pie de igualdad: las medidas especiales de carácter temporal, como las cuotas de género, han demostrado ser eficaces para aumentar rápidamente la participación de las mujeres.
Paz y seguridad: es esencial financiar plenamente los planes nacionales sobre las mujeres, la paz y la seguridad, así como la asistencia humanitaria sensible al género. Las organizaciones de mujeres que trabajan en la primera línea, y que tan a menudo son las primeras en responder a las crisis, deben recibir financiamiento específico y sostenido con el fin de construir una paz duradera.
Justicia climática: debemos priorizar los derechos de las mujeres y niñas en la adaptación al clima, otorgar un lugar central a su liderazgo y conocimiento y garantizar que se beneficien de la creación de empleos respetuosos con el medio ambiente.
En un año trascendental para las mujeres y niñas, que es también un año de retrocesos y crisis sin precedentes, impulsemos los derechos de las mujeres para crear un mundo en el que todas las mujeres y niñas disfruten de los mismos derechos y oportunidades. Podemos ser la primera generación que viva en un mundo igualitario.