Peligran décadas de progresos en la reducción de la mortalidad infantil y la mortinatalidad

 

En 2023, el número de niños y niñas que mueren en todo el mundo antes de cumplir cinco años se redujo a 4,8 millones, mientras que la cifra de muertes fetales disminuyó ligeramente, manteniéndose en torno a los 1,9 millones, según dos nuevos informes publicados por el Grupo Interinstitucional de las Naciones Unidas para la Estimación de la Mortalidad Infantil (IGME). 

 

Desde el año 2000, las muertes infantiles se han reducido en más de la mitad y las muertes fetales en más de un tercio gracias a las inversiones constantes en materia de supervivencia infantil realizadas en todo el mundo. En 2022 se alcanzó un hito histórico mundial cuando las muertes infantiles descendieron ligeramente por debajo de los 5 millones, una cifra sin precedentes. Sin embargo, ahora el progreso se ha ralentizado y hay demasiados niños y niñas que siguen muriendo por causas que se pueden evitar. 

 

Casi la mitad de las muertes de menores de cinco años ocurren durante el primer mes de vida, principalmente debido a los nacimientos prematuros y las complicaciones durante el parto. Después del período neonatal, las enfermedades infecciosas, como el paludismo, la diarrea y las infecciones respiratorias agudas como la neumonía son las principales causas de las muertes infantiles que se pueden evitar. Mientras tanto, el 45% de las muertes fetales tardías se producen durante el parto, a menudo debido a infecciones maternas, a partos prolongados u obstruidos y a la falta de intervenciones médicas oportunas. 

 

Según los informes, un mejor acceso a una atención sanitaria de calidad para las madres, los recién nacidos y los niños y niñas en todos los niveles del sistema de salud podría salvar muchas más vidas. Esto incluye una atención preventiva que favorezca el bienestar en las comunidades, visitas oportunas a los centros de salud y a los profesionales sanitarios en el momento del parto, una atención prenatal y posnatal de alta calidad,  cuidados preventivos para niños y niñas sanos –por ejemplo, la administración sistemática de vacunas y los programas integrales de nutrición–, el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades infantiles comunes, y la atención especializada para los recién nacidos pequeños y enfermos. 


Los informes también revelan que el lugar donde nace un niño influye en gran medida en sus posibilidades de supervivencia. Por ejemplo, el riesgo de morir antes de los cinco años es 80 veces mayor en el país con mayor mortalidad que en el país con menor mortalidad, mientras que un niño nacido en África Subsahariana tiene una probabilidad 18 veces mayor de morir antes de cumplir los cinco años que uno nacido en Australia y Nueva Zelandia. Dentro de los países, los niños y niñas más pobres, los que viven en zonas rurales y los hijos de madres con menor nivel educativo corren mayores riesgos. 

 

Las disparidades en lo que respecta a la mortinatalidad son igual de graves, y casi el 80% de los casos se producen en África Subsahariana y Asia Meridional, donde las mujeres tienen entre seis y ocho veces más probabilidades de dar a luz a un mortinato que las mujeres de Europa o América del Norte. De igual modo, las mujeres de países de ingresos bajos tienen ocho veces más probabilidades de dar a luz a un mortinato que las de países de ingresos altos. 

 

 

 

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