
El documento advierte que los avances en materia de bienestar infantil son cada vez más frágiles ante los acontecimientos y crisis mundiales, como el cambio climático.
El informe: El bienestar de la infancia en un mundo impredecible compara datos de 2018 y 2022 y refleja la repercusión que ha tenido la pandemia de COVID-19 y la interrupción de la actividad en todo el mundo sobre los niños y niñas de 43 países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y la Unión Europea (UE).
Los Países Bajos, Dinamarca y Francia se mantienen en los primeros puestos de la lista de los mejores países para la infancia en términos de bienestar mental, salud física y competencias, seguidos de Portugal e Irlanda. España se sitúa en el séptimo puesto. En América Latina, Costa Rica ocupa el puesto 31, Colombia el 33, México el 34 y Chile el 36.
El informe también presenta datos preocupantes en relación con la salud mental y señala que el nivel de satisfacción vital de los niños y las niñas se ha resentido en este periodo, especialmente en 14 de los 32 países que disponen de datos. La magnitud de esta disminución fue, en casi todos los países, mayor entre las niñas.
En cuatro países (Chile, México, Polonia y Turquía), la disminución en la proporción de niños con alta satisfacción con la vida fue superior a 10 puntos porcentuales.
El estudio también analiza datos sobre la salud física de la infancia, e indica que los niveles de sobrepeso han aumentado considerablemente en 14 de los 43 países con datos disponibles, siguiendo con una tendencia que viene de tiempo atrás.
Se estima que, en 2024, más de 25 millones de escolares en 17 países del informe vieron interrumpidas las clases por el clima. Los cuatro países con más estudiantes afectados por eventos climáticos se encuentran en América Latina: México (13,1 millones), Colombia (4,9 millones), Chile (2,7 millones) y Costa Rica (1,1 millones).
El informe ofrece recomendaciones para los gobiernos y tomadores de decisiones:
Las políticas educativas deben priorizar que los estudiantes adquieren las competencias educativas fundamentales, también se debe apoyar el desarrollo de las competencias digitales para garantizar un uso seguro. Todo ello, especialmente dirigido a quienes quedaron atrás durante la pandemia y los que proceden de entornos desfavorecidos.
Mejorar la salud mental mediante prevención, la inversión y prestación de servicios especializados y accesibles, la provisión de herramientas para la gestión emocional y reducción del estigma, y la lucha contra la violencia y el acoso escolar, tanto online como en la vida real.
Mejorar la salud física garantizando una alimentación nutritiva y accesible para los niños y limitando la venta y la publicidad de alimentos no saludables y promoviendo acceso a actividades deportivas.
Implicar a los niños para entender mejor sus experiencias y puntos de vista, y trabajar conjuntamente para encontrar soluciones que promuevan su bienestar.