
Tal y como se apunta en el Boletín de la OMM sobre los Gases de Efecto Invernadero, ese récord se debe a las emisiones continuas de CO2 fruto de las actividades humanas y al recrudecimiento de los incendios forestales, así como a la menor absorción de CO2 por parte de sumideros como los ecosistemas terrestres y el océano. Por tanto, corremos el riesgo de que el clima se adentre en un círculo vicioso.
Las tasas de incremento del CO2 se han triplicado desde la década de 1960, y se constata una aceleración del ritmo de aumento medio anual, puesto que se ha pasado de 0,8 partes por millón (ppm) al año a 2,4 ppm al año en la década comprendida entre 2011 y 2020. De 2023 a 2024, la concentración media mundial del CO2 aumentó en 3,5 ppm, el mayor incremento desde que comenzaron las mediciones modernas en 1957.
En cuanto al metano y al óxido nitroso, sus concentraciones también se dispararon hasta alcanzar niveles sin precedentes. Cabe recordar que estos dos gases ocupan, respectivamente, los lugares segundo y tercero entre los gases de efecto invernadero de larga duración relacionados con la actividad humana más abundantes en la atmósfera.