De acuerdo con un informe del Banco Mundial, los programas de inclusión económica son eficaces en función de los costos y generan impacto, pero solo llegan a una de cada 10 personas que viven en la pobreza extrema.
Dichos programas —que proporcionan transferencias monetarias, capacitación en habilidades, capital empresarial, orientación y acceso al mercado— ayudan a salir de la pobreza a las personas más pobres y vulnerables, en particular a las mujeres.
Si bien se están ampliando con rapidez, el informe El Estado de la Inclusión Económica 2024: Los Caminos hacia una Mayor Escala muestra que apenas llegan al 10 % de los aproximadamente 700 millones de personas que viven en la pobreza extrema, lo que equivale a poco más de 70 millones en 88 países.
En el informe de la Alianza para la Inclusión Económica del Banco se destaca la importancia de mejorar la calidad y el impacto de los programas a través de un diseño basado en evidencias y un seguimiento, una evaluación y un aprendizaje eficaces. Los Gobiernos lideran la ampliación, pero la colaboración con las organizaciones no gubernamentales y comunitarias y el sector privado es fundamental para superar las limitaciones de capacidad.
En el informe se sugiere diseñar más programas para abordar los obstáculos legislativos y regulatorios que enfrentan las mujeres. Y aunque dos tercios de ellos están dirigidos a los jóvenes, se podrían mejorar las oportunidades de empleo asalariado a través de la capacitación en habilidades, los programas de aprendices y las relaciones de colaboración con empleadores destinadas a facilitar la inserción laboral.
Asimismo, se menciona la resiliencia climática como una nueva frontera para los esfuerzos de inclusión económica. Se concluye que en dos tercios de los programas de inclusión económica se incorporan prácticas de resiliencia climática para ayudar a las personas a adaptarse a los desafíos ambientales. Esto incluye enfoques innovadores, como los seguros contra riesgos climáticos y las tecnologías ecológicas de bajo costo.