Civilizaciones como los mayas y aztecas ya cultivaban algodón y utilizaban sus fibras para la confección de ropa y otros textiles. La llegada de los colonizadores españoles en el siglo XVI introdujo nuevas técnicas de cultivo y procesamiento, lo que permitió que la producción de algodón se expandiera, durante el periodo colonial, el algodón se convirtió en un producto clave, especialmente la región noreste de México, que a la fecha continúa posicionándose como los principales productores en volumen de algodón, siendo Chihuahua la entidad que produjo 454,704 toneladas durante el año agrícola 2023.
En el siglo XIX, el algodón comenzó a jugar un papel crucial en la economía mexicana. Su demanda aumentó, tanto a nivel nacional como internacional, impulsada por la Revolución Industrial en Europa y Estados Unidos. México se posicionó como un importante productor de algodón, lo que generó empleo y desarrollo en las comunidades rurales. Sin embargo, esta dependencia del cultivo también expuso a los agricultores a fluctuaciones en los precios del mercado global.
En la actualidad, el algodón sigue siendo un cultivo relevante, aunque su producción se ha visto afectada por factores como la competencia internacional, el cambio climático y los desafíos en el manejo de plagas. A pesar de ello, el algodón mexicano se distingue por su calidad, lo que le ha permitido mantener su lugar en el mercado, encontrándose en el lugar número 11° como productor nacional, aportando un 1.3% al volumen internacional.
El algodón en México es mucho más que una simple materia prima; es un elemento con una rica historia que ha moldeado la economía y la cultura del país. A medida que México enfrenta nuevos desafíos en el ámbito agrícola, es crucial buscar un equilibrio entre la modernización de las prácticas agrícolas y la preservación de las tradiciones culturales que han acompañado al algodón a lo largo de los siglos. En un mundo cada vez más globalizado, el futuro del algodón mexicano dependerá de su capacidad para adaptarse a los cambios, al tiempo que se mantiene fiel a sus raíces.