Invertir en una longevidad saludable podría salvar 150 millones de vidas

En el informe, titulado Unlocking the Power of Healthy Longevity: Demographic Change, Non-communicable Diseases and Human Capital (Liberar el poder de la longevidad saludable: Cambio demográfico, enfermedades no transmisibles y capital humano), se presentan estrategias para ayudar a los Gobiernos a mejorar la salud, reducir la pobreza, abordar la desigualdad de género y aumentar la productividad en los países de ingreso bajo y mediano. La longevidad saludable significa que la persona se encuentra en buenas condiciones desde el punto de vista físico, cognitivo y social durante toda su vida.

 

Las enfermedades no transmisibles (ENT) —como la diabetes, las enfermedades respiratorias, las afecciones cardíacas y los distintos tipos de cáncer— ya representan más del 70 % de todas las muertes y una proporción significativa de las enfermedades y discapacidades en los países de ingreso bajo y mediano. Asimismo, se interrelacionan con el estrés climático y la vulnerabilidad a las pandemias. Las personas más pobres y vulnerables son las más susceptibles a las ENT, debido a las tasas más altas de tabaquismo, consumo de alcohol y obesidad, y a la menor calidad de la atención médica que reciben, y tienen menos capacidad para pagar tratamientos y hacer frente a la pérdida de ingresos. 

 

En el informe se describen medidas para reducir el riesgo de ENT, por ejemplo, integrar servicios clínicos eficaces en función de los costos y cuidados a largo plazo en la atención primaria de la salud, y aplicar impuestos selectivos al tabaco, el alcohol y las bebidas azucaradas para movilizar ingresos adicionales y alentar los comportamientos saludables”. También será importante explorar formas innovadoras de protección social para las personas que trabajan en el sector informal a fin de ayudar a cubrir los costos de salud esenciales y contribuir a un envejecimiento digno.

 

Con las intervenciones destinadas a promover una longevidad saludable también se respalda la igualdad de género. Si bien las mujeres suelen vivir más que los hombres, experimentan períodos más largos de enfermedades y discapacidad, y cuentan con menos recursos que los hombres para abordar estos desafíos. La responsabilidad de cuidado asistencial reduce las perspectivas de empleo y puede comprometer el bienestar. Al hacer hincapié en opciones de cuidado alternativas, como la atención comunitaria, los países pueden contener los costos, respetar la dignidad y ayudar a las mujeres a permanecer en la fuerza de trabajo.

 

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